Mi nombre es Carolina Rodríguez, casada con Luis Enrique Romero, cuando nos enteramos que íbamos a ser padres la emoción llenó nuestros corazones, nuestras vidas y las de nuestras familias, pues así como era nuestro primer hijo, era el primer nieto y el primer sobrino. Posteriormente,  supimos que era niño y decidimos ponerle el nombre que para nosotros era el más lindo del mundo, digno de nuestro primogénito: Alejandro!

Llegó el gran día, Alejandro nació y la casa se llenó de nuevas experiencias y nuevos retos, todos movidos por el inmenso amor que sentimos por nuestro bebé.

Pasaron los primeros quince días del bebé y a pesar de su llanto imparable y que casi no dormía, todo era hermoso para nosotros, hasta que unos días después de haber cumplido su primer mes de vida, un día cualquiera al cambiar su pañal notamos una mancha rojiza en la deposición, al día siguiente y sin pensarlo acudimos al servicio de urgencias, allí nos dijeron que no nos preocupáramos, que la sangre en el pañal se debía a unas fisuras que Alejandro tenía en su colita y nos recetaron una cremita, más tranquilos nos fuimos a casa y acatamos tal cual las instrucciones del pediatra. Sin embargo, pasaron tres días y la sangre aumentaba más y mas, por lo que nuevamente acudimos al servicio de urgencias donde esta vez corrimos con suerte y la pediatra de turno conocía perfectamente lo que le estaba pasando a Alejito, ella diagnosticó Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca, lo que no entendíamos y jamás habíamos escuchado nombrar. La pediatra nos sugirió que esta enfermedad solamente podía ser tratada por un Gastroenterólogo Pediatra, título que en su momento sonó extraño y ajeno a nosotros; por fortuna la pediatra nos refirió uno. Y en efecto, recibimos orientación no sólo del Gastroenterólogo Pediatra, sino de una Nutricionista, y debemos admitir que al principio no fue nada fácil pues no entendíamos nada de lo que estaba sucediendo, solamente con el paso de los días fuimos captando cada cosa que le pasaba a nuestro hijo y a entender que tanto llanto y su intranquilidad para descansar eran también derivados de la alergia, así como el brote en su pequeño cuerpo.

Iniciamos un tratamiento nada fácil de seguir pero como ya lo mencionamos al principio de este texto, siempre movidos por el amor y por la inmensa responsabilidad de tener una vida en nuestras manos, lo primero que debíamos hacer era que como madre lactante de Alejito debía suspender todos  los derivados de la leche, lo que en principio no sonaba tan difícil pero en el fondo lo era mucho más de lo que parecía pues no era solamente suspender los derivados sino también todos aquellos alimentos en cuyos ingredientes se incluyera uno de dichos derivados, entonces lo procedente era leer sin excepción las etiquetas de todo lo que consumía, que muy pronto se redujo a casi nada artificial. No obstante, no fue suficiente y hubo necesidad de practicarle una colonoscopia a nuestro bebé, lo que consideramos uno de los momentos más difíciles del tratamiento, los resultados del examen fueron críticos por lo que también entraron en la restricción de mi dieta, los frutos secos, el huevo, las semillas y los mariscos, con esto Alejito dejó de sangrar pero su estado salud no era del todo satisfactorio y con mucha tristeza tomamos la decisión de suspender para siempre la lactancia materna pues era lo mejor para nuestro pequeño bebito.

Así, iniciamos la segunda etapa del tratamiento con una fórmula especial para este tipo de alergia y solamente con quince días de su consumo los resultados se hicieron visibles. Alejito comenzó a dormir, a no llorar tanto, a limpiarse su piel, a notarse su desarrollo en general y se hizo un poco mas fácil y llevadera la alergia.
Cuando Alejandro cumplió los seis meses de vida iniciamos la tercera etapa del tratamiento, la alimentación complementaria, y las cosas se complicaron nuevamente, pero no en cuanto a la salud de nuestro hijito sino en cuanto a sus cuidados, y no faltaron los comentarios y los consejos de muchos de nuestros familiares y conocidos para introducir alimentos, lo que tuvimos que manejar con mucho tacto pero con firmeza y obedecer cada una de las recomendaciones del Gastroenterólogo y la Nutricionista del bebé. Fue así como conocimos la existencia de algunos alimentos que son maravillosos y que aportaron los nutrientes necesarios a Alejo y suplieron perfectamente los demás que no podía ingerir debido a la alergia. Pero para poder cumplir al cien por ciento las recomendaciones de los profesionales tuvimos que hacer algunas restricciones y de alguna manera sacrificios que en su momento se veían interminables, pues todo lo que el bebé podía comer era solamente lo que se le preparaba en la casa, es decir, que se hizo imposible volver a hacer viajes o salir muy temprano porque siempre teníamos que cargar una enorme maleta con todos los alimentos del día, que para prepararlos era necesario madrugar para que no le faltara nada a nuestro bebé, y eso sumado a la fórmula, el agua y los teteros que adicionalmente tomaba durante el día.
De esa manera pasaron seis meses más y Alejandro cumplió su primer año y se aproximaba su gran reto: probar leche de vaca! Con toda la ansiedad que podía generarnos dicho reto asistimos felices a la cita, cuyos resultados fueron totalmente favorables y ese día nuevamente comenzó a cambiar el panorama para nosotros pues podíamos comenzar a probar todos aquellos alimentos que siempre eran el “coco” para el bebé y para nosotros.

Esta parte fue hermosa, y era muy emocionante ver cómo cada alimento sugerido y probado no producía reacción desfavorable en nuestro hijito. Y… después de mucho tiempo llegó el tan esperado día: Alejandro fue dado de alta del Gastroenterólogo y de la Nutricionista, con excelente peso y talla para su edad. Esto sucedió a los dieciséis meses de vida, es decir, quince meses después que todo empezó.

Estamos seguros que el resultado feliz en el que hoy nos encontramos se debe solamente a nuestra constancia, firmeza, fortaleza, paciencia, a las asistencias puntuales a los controles médicos y obviamente, a acatar al pie de la letra las recomendaciones de los profesionales que trataron todo el tiempo a Alejandro, aún yendo en contra de lo que nuestros más allegados nos aconsejaban. Desafortunadamente todas las personas que tienen hijos se creen con la suficiente experiencia y conocimiento para aconsejar a los que somos padres primerizos, punto que en cierta medida puede ser bueno, pero este no es el caso pues cualquier error que se cometa con la alimentación y cuidado del bebé afectado por la mencionada alergia puede representar un retroceso en el tratamiento, y así demorar llegada del tan esperado final feliz, sin mencionar los deterioros en la salud del bebé.

Carolina Rodríguez, Luís Enrique Romero y Alejandro Romero Rodríguez